domingo, 15 de agosto de 2010

Diálogos Inolvidables: La Vuelta al Mundo en 80 Días



La Vuelta al Mundo en 80 Días
(Around the World in 80 Days, 1956)




Director: Michael Anderson.

Guión: James Poe, John Farrow y S.J. Perelman (sobre la novela de Jules Verne).

Elenco: David Niven, Mario Moreno “Cantinflas”, Robert Newton, Shirley MacLaine.

Premios: Oscar a la Mejor Película (Michael Todd), Mejor Guión Adaptado, Mejor Fotografía a Color, Mejor Edición, Mejor Música (Victor Young). Nominaciones por Mejor Director, Mejor Dirección de Arte a Color, Mejor Diseño de Vestuario a Color. Globo de Oro a la Mejor Película de Drama y Mejor Actor de Comedia o Musical (Cantinflas).






Phileas Fogg (David Niven) es un desocupado noble británico que apuesta con los miembros de su club londinense que es capaz de dar la vuelta al mundo en exactamente ochenta días. Acompañado de su fiel criado Passepartout (Mario Moreno “Cantinflas”), vivirán toda clase de aventuras para ganar tan singular envite. Sin embargo, el mismo día de su salida se descubre que un ladrón ha robado 55 000 libras del Banco de Inglaterra, y como todos creen que ha sido Fogg, el desconfiado inspector Fix (Robert Newton) le seguirá la pista muy de cerca esperando el momento oportuno de capturarlo.












La secuencia elegida nos ubica en San Francisco, California, en 1872. Hasta ahí han llegado desde las costas asiáticas nuestros protagonistas: Phileas Fogg (David Niven), su valet Passepartout (“Cantinflas”) y la Princesa Aouda (Shirley McLaine) que rescataron de un rito macabro en la India. Después de presenciar el desfile nocturno que han hecho los simpatizantes de las próximas elecciones locales, Fogg y compañía se dirigen a comprar los boletos para el tren “transcontinental” que los llevará de costa a costa por Estados Unidos. Pero Passepartout se olvida de seguir a su amo en cuanto ve a un grupo de bailarinas entrar a la cantina donde se da un festín para los votantes. También entra y fija su atención en una rubia y madura mujer que se encuentra sentada a la mesa leyendo un libro con devoción. Como está sola, Passepartout se sienta a hacerle compañía pero no logra distraer su atención, en cambio, el arisco vigilante del lugar lo ahuyenta lanzándole una daga que se clava en el centro de la mesa. El pequeño hombre entiende la indirecta, recoge el puñal y se va hacia el buffete que se ha dispuesto en la barra para probar algo de la apetitosa comida que se presenta, mientras los asistentes charlan, beben y se divierten al ritmo de la melodía ejecutada por un pianista que siempre vemos de espaldas. Cuando Fogg y Aouda ingresan al salón, la enigmática vedette detiene su lectura al percatarse que ha entrado un extranjero, alza la vista y le pregunta si busca a alguien.







Mujer: ¿Busca a alguien?

Phileas Fogg: Sí, a un tipo bajito, moreno. Se extravió hace pocos momentos.

Mujer: Podría ser casi cualquiera. Siéntese y descríbamelo.

Phileas Fogg: Temo que no puedo. Tengo prisa.

Mujer: Nunca ande con prisa. Se perderá las mejores partes de la vida.

Phileas Fogg: Madam, usted no comprende. Estoy buscando a mi hombre.

Mujer: Yo también.






El vigilante sacaborrachos se ha acercado hasta ellos para mostrarle a Fogg otro de sus puñales en actitud de advertencia. Pero por suerte, Aouda descubre a Passepartout entre la muchedumbre y van a su encuentro. Fogg le informa que el tren partirá en una hora, pero que como están en un país primitivo deberá conseguir unas pistolas.








Los tres se disponen a marcharse, pero la vedette impide el paso a Fogg preguntándole si aún continuaba apurado, pues creía que los ingleses eran gente calmada. Su celoso guardián le pide a Fogg que se largue y no vuelva, porque lo despedazará si lo hace. Fogg le dice que no será necesario porque está por marcharse.







El pianista del salón sigue tocando, y aunque parece que ha estado ajeno a los acontecimientos, voltea hacia la cámara y revela su rostro...





Se trata nada más y nada menos que de ¡Frank Sinatra!. Un cameo más para esta superproducción llena de breves apariciones de grandes estrellas, todas de fama mundial.









Por esta pintoresca adaptación filmada en formato de pantalla ancha Todd-AO de 70 milímetros, el arriesgado millonario Michael Todd, novio entonces y luego esposo de Elizabeth Taylor, consiguió tanto el reconocimiento de la crítica como el aplauso del público, y por supuesto, el Oscar por la única película que realizó en su vida; en la que además el primer crédito que aparece en pantalla es el de Mario Moreno “Cantinflas”, por lo que en muchos lugares de habla hispana donde la cinta se exhibió, la promoción estuvo centrada en el renombre del cómico mexicano, logrando que La Vuelta al Mundo en 80 Días pasara a la historia por ser la única película coprotagonizada por un mexicano y con un costo de millones de dólares, que ha ganado el Premio de la Academia en la categoría principal. En ambos casos, ¡nada similar ha vuelto a suceder!






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